viernes, 10 de mayo de 2013

Italianos en Brasil, brasileños en Italia

Italianos en Brasil, brasileños en ItaliaFue un paulistano hijo de escocés, Charles Miller, quién dio el puntapié inaugural al fútbol en Brasil a su regreso de un viaje a Inglaterra. Pero fueron los inmigrantes italianos quienes luego desempeñarían un papel fundamental en la popularización del deporte rey y en su expansión más allá de los límites de los clubes. Eran inmigrantes que apenas podían imaginar entonces que estaban poniendo los cimientos del futuro pentacampeón mundial, que, décadas después, trabaría históricas batallas con su país de origen en las Copas Mundiales de la FIFA, incluidas dos finales.

"El ilustre periodista Thomaz Mazzoni, autor de innumerables obras sobre la evolución del fútbol enBrasil, asevera que en sus comienzos el fútbol, por su carácter elitista, era considerado un acontecimiento social, como ir al cine o al teatro. La gente escogía la mejor pieza y no había una identificación consolidada con los distintos clubes, pero sí con el espectáculo", rememora paraFIFA.com Fernando Galuppo, historiador y periodista, autor de diversos libros sobre la evolución de los clubes brasileños de origen italiano.
La diseminación del fútbol en Sao Paulo se aceleró gracias a la fundación de numerosos equipos de obreros de las grandes fábricas, que al principio a duras penas contaban con una sede y a menudo se servían de campos improvisados en los barrios para ir construyendo poco a poco su historia. Los colonos italianos, que inicialmente vinieron en masa a trabajar a los cafetales del interior del país y después se concentraron en las ciudades ejerciendo diversas ocupaciones, tuvieron un rol determinante en ese proceso.
Los Oriundi
Fundado en 1914, el Palestra Italia se convirtió en el representante más destacado de los a la sazón denominados Oriundi. El club, que hasta 1930 celebró todas sus reuniones en italiano, adquirió en 1920 el estadio Palestra Italia, también conocido como el Parque Antárctica —el del cuento de Antônio de Alcântara Machado, hoy en proceso de remodelación— y se expandió considerablemente con el correr de los años. Coleccionó un sinfín de títulos, hasta el punto de sobrepasar con holgura y ya con otro nombre los contornos de la colonia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, por decreto del gobierno de Getúlio Vargas, las entidades tenían prohibido adoptar en su nomenclatura los nombres de las Potencias del Eje: Alemania, Italia y Japón. La asociación optó entonces por llamarse Palmeiras, manteniendo la letra inicial de su rubro original.
Por el mismo rasero pasó otra asociación, la Societá Sportiva Palestra Itália, sita en Belo Horizonte. Fundada en la capital del estado Minas Gerais en 1921, el club, que también crecería sustancialmente, asumiría el nombre de Cruzeiro, en referencia a la constelación de la Cruz del Sur, presente en la bandera brasileña y en la de diversos países del hemisferio sur.
Otra historia
El Club Atlético Juventus, también de Sao Paulo, fue competitivo en sus primeras décadas, pero no consiguió mantener el fuerte ritmo expansionista de sus contendientes. Pese a su numerosa hinchada, acabó distanciándose de la élite del fútbol brasileño y paulista, pero al menos logró mantener su nombre en su uniforme granate. Como lo oyen: el club se llamaba Juventus pero vestía los colores del eterno rival de su club matriz, el Torino.
¿Por qué? Después de haber asistido al clásico de Turín en un viaje a Italia, el conde Rodolfo Crespi sugirió la adscripción del apodo Vecchia Signora al nombre del club de la fábrica de tejidos que fundó en el barrio de Mooca. Al principio, sus colores también fueron el negro y el blanco. En aquella época, sin embargo, el campeonato al que estaba afiliado ya contaba con varios atuendos blanquinegros en sus filas, como los del Corinthians y el Santos. "En tales circunstancias, el CA Juventus buscó un color que se distinguiera del resto. Por sugerencia de su mayor benefactor, que ya había propuesto la modificación del nombre según sus preferencias, acabaron eligiendo el granate y blanco, que son justamente los del Torino", escriben Fernando Galuppo, Angelo Eduardo Agarelli y Vicente Romano Netto en el libro Glórias de um moleque travesso ("Glorias de un cabrito travieso").
El Juventus ya no crecería más, pero fue atesorando tradición y cariño popular, y se adueñó de un nuevo estadio, en la calle Javari. Ése sí que creció: fue allí, en el estrecho campo diseñado para 5.000 espectadores, donde Pelé afirma haber marcado el gol más bonito de su carrera, el 2 de agosto de 1959, en una goleada por 0-4 del Santos sobre el Juventus. A propósito del asunto, los libros de historia suelen referir un comentario jocoso: "Si todos los que aseguran haber visto el golazo de Pelé hubieran estado realmente en el Javari, habría que concluir que el estadio adquirió de repente aquel día las dimensiones del Maracaná".
Aquí y allá
El Javari, claro, no congregó a tantas personas aquella velada, pero se llenaba siempre para ver al CA Juventus desafiar a las grandes potencias paulistas. En cualquier caso, ya no eran sólo los estadios menores los que disfrutaban del privilegio de colmarse. A esas alturas, el fútbol era una verdadera institución nacional, pues Brasil acababa de conquistar la Copa Mundial de la FIFA 1958 bajo la batuta del propio Pelé.
En aquel torneo, antes de que el prodigio de 17 años fuera coronado Rei, el primer gol brasileño contra Austria lo anotó José João Altafini, Mazzola. El mismo jugador volvería a sacudir las redes en aquel encuentro, pero no tardaría en perder el puesto de titular. Cuatro años después, en Chile, Altafini volvió a la cita global, pero con la camiseta de Italia. Después de jugar en el Palmeiras y de disputar su primer campeonato del mundo con la CanarinhaMazzola fichó por el Milan, en el que permaneció hasta 1965. Luego pasó por el Nápoles y el Juventus y se convirtió una personalidad importante en la crónica deportiva del Calcio.
"Es muy sencillo de explicar. En aquel tiempo, Brasil no convocaba a los futbolistas que jugaban en el extranjero. A ninguno de ellos. A mí, que tenía 23 o 24 años, me habría molestado mucho perderme un Mundial. No fui yo quien dejó BrasilBrasil fue quien me dejó a mí", declaró Mazzola al diario Lance!.
Otros casos
Pero Altafini no fue el primer brasileño que militó en la Squadra Azzurra. Al fin y al cabo, la influencia deItalia en el alumbramiento de una potencia futbolística de la talla de Brasil también redundaría en beneficio de la nación europea, muy pronto receptora de un tipo bien específico de inmigrantes: loscracks. El delantero centro Anfilogino Guarisi, alias Filó, fue el primero de esa serie, al vestir la camiseta azzurra en la Copa Mundial de la FIFA 1934. Participó en el primer partido, que se saldó con una goleada por 7-1 sobre los Estados Unidos.
Partiendo desde el Portuguesa, Guarisi jugó en el Paulistano y el Corinthians antes de mudarse al Lazio, club en el que fungió de 1931 a 1937. Durante su periodo en ItaliaFiló no debió de echar mucho de menos sus tiempos en el Sao Paulo, porque cuando miraba a su alrededor en los entrenamientos, veía a otros cuatro compañeros del Corinthians, el principal de ellos el defensa Del Debbio. Aquel elenco, de hecho, llegaría a ser conocido con el nombre de Brasilazio.
En una decisión sin precedentes, al comienzo de la temporada 1931/32, el club romano contrató más de un equipo entero de brasileños, muchos de ellos procedentes de los dos Palestras. Estaban dirigidos por un excorintiano, Amílcar Barbuy, que hacía simultáneamente las funciones de entrenador y delantero. El experimento, no obstante, no salió bien y el club acabó luchando por evitar el descenso.
Algunos integrantes de aquella expedición regresaron a Brasil rápidamente. No así los miembros de la familia Fantoni, todos ellos ídolos de los primeros cruzeirenses que fundaron una especie de dinastía en el Lazio. En total fueron cinco representantes, el más famoso de los cuales, Nininho, se entrenó con la selección italiana que luego disputaría el Mundial de 1934, pero quedó excluido en el último corte junto a Guarisi.
Hoy, casi 80 años después, el volante italobrasileño Thiago Motta, formado —mira por dónde— en el CA Juventus, es uno de los que sueña con una convocatoria a la Azzurra para la Copa FIFA Confederaciones, en cuyo marco Brasil e Italia tienen otro clásico programado para el día 22 de junio en Salvador de Bahía. Es una oportunidad de oro para otros tantos oriundi de ir al estadio a gozar de esa relación tan íntima, en la que al final todos han salido ganando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario